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Sobreviviente del Jet Set: “Había gente muerta encima de mí”

En el relato de Patricia Ovalles, sobreviviente de la tragedia en el Jet Set, no hay adornos, solo la crudeza de una experiencia que marcará su vida para siempre.

Desde el hospital y con heridas en su rostro, dijo durante una entrevista para Univisión Noticias que mejora de las heridas que sufrió la noche del pasado martes 8 de abril, cuando el techo de la popular discoteca se desplomó dejando a trapadas a cientas de personas, cobrando más de 220 vidas.

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Hoy Patricia se aferra a esa mejoría con la misma fuerza con la que se aferró a la vida durante casi seis horas atrapada bajo escombros.

Era una noche de música y alegría. La pista vibraba con la energía de siempre cuando Mayra Vallejo, trabajadora quien trabajaba para ella, notó algo extraño: “La pista de baile está cayendo agua”, le advirtió. «Rubby Pérez dice hay arenilla y él se tapa la cara, su hija le dice papi vámonos y él le dijo no yo voy a seguir», recuerdó Patricia.

De acuerdo a María Teresa De Jesús en Noticias SIN, esta relató que en ese momento alzó la vista y vio una bolsa azul dispararse desde el techo y después, todo colapsó.

“Caí al piso… y ya todo se había desbaratado”. No perdió el conocimiento, pero el terror se instaló. Rodeada de escombros y de cuerpos, escuchaba los gritos de auxilio mientras intentaba mantenerse consciente. “Había un celular que sonaba… pero era de una persona muerta, yo lo sabía porque tenía mi mano sobre ella y no se movía, tenía la lámpara en la cara”.

En medio del caos, Patricia logró hacer una llamada que desgarraría el alma de cualquiera: llamó al padre de su hijo, desde Nueva York. “Cuida a mi hijo… no le digas nada… cuídalo por favor, no me lo desampares”, suplicó con voz entrecortada. También pidió por sus padres. No quería morir, no así, no con tanto por vivir, no con su hijo esperando por ella.


En medio del temor Patria buscaba el soporte de alguien “Agarré una mano y le dije ‘ayúdame’… pero era un muerto. Una señora me dijo: ‘Agárrame a mí, que estoy viva’. Esa fue la primera chispa de esperanza.”

Cuando los rescatistas llegaron, ella los escuchaba y sentía que se acercaban. “Me dijeron que me iban a poner suero, que no podía tomar agua. Me lo pusieron a la mala.” La lucha por salvarla fue ardua. Quitaron escombros uno a uno, incluso una enorme varilla que, de haberla atravesado, habría sido fatal. “Ellos trabajaron muy fuerte”, recuerda con gratitud.

El momento del rescate fue otra batalla. Una mujer fallecida la cubría con su peso. “Le dije al rescatista que la quitara, que ya no podía más”. Al moverla, Patricia sintió el alivio por primera vez. Fue entonces cuando vio la luz, literalmente: “Él me dijo, ‘mira, los rayos de luz están saliendo’… Me tiró su saco para protegerme, y lloraba… me dijo: ‘Tú naciste hoy, esta es tu fecha’”.

Patricia cuenta que el 8 de abril, será una fecha que recordará para siempre como un renacer. El día en que la muerte la abrazó… pero no se la llevó.

Hoy, mientras lucha por recuperarse física y emocionalmente, su historia es testimonio del milagro, de la resistencia de los seres humanos cuando se aferran a la vida con todo lo que le queda, porque, desde lo más profundo de los escombros, Patricia volvió a nacer.

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